CAMPANAS EN LA COLINA REPICARON
CUANDO LLEGASTE
El ángel sin alas,
en un ascensor descompuesto,
que lo lleva a ninguna parte.
Una calle lo acoge sin gloria:
algo domina el alfasto,
y penetra el alma imperceptible.
Arrodillado en una esquina sin restricción,
no supo que al jugar,
las cartas estarían marcadas
por los siglos de los siglos.
Choca a una paloma en pleno centro,
sin saber que otro ángel disfrazado,
pretendía deslumbrarlo con sus alas:
sombra a sombra derramada.
Billetes trasmutados.
Chequeras incineradas.
Ángel cautivo de lo humano:
amante de esta vida.
CAYERON LLUVIAS EN MESES DE VERANO
ENVENENADO Y SUTIL
A lo lejos
una sombra virtual,
miseria cósmica:
flota en la atmósfera destilada.
Ácidos papeles metálicos
de hojarascas.
Cielo adentro.
Cielo afuera.
En las oficinas
tus alas bostezan sedentarias,
y tu mirada es un paraguas viajero
de ángel nómade, cuerpo de lluvia,
recostado electrodo de nostalgia.
Hiroshima alerta desde los armarios.
El espacio eleva mil plegarias
sobre relojes que se incendian lentamente.
La nostalgia es óxido impertérrito.
Ängel luchador contra el embrujo:
ecualizadores del ser automático.
Desenchufado
en la multitudes tecnológicas del miedo.
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