CARTAS DE AMOR DE UN ENFERMO DEMENCIALMENTE LOCO
Dedicado a ISABEL TORO “ISATOLUP”
1
Soy un animal enamorado por el vino de las estrellas; un demente enfermo de locura y amartelado al aroma de tu piel; me has acompañado como la lepra durante un rico manojo de años. Se que te han herido algunos versos, pero muchos te acompañarán durante como las sombras de las largas jornadas, así solo haya sido un accidente en tu historia. Mi alma conoció contigo la claridad y la magia de la demencia carmín de los sueños, en una modesta y solitaria habitación, que ya llevo grabada para siempre en mi corazón; alquilada a extraños forasteros, a medrosos pasajeros que siempre ingresan sin más equipaje que los disfraces que llevan puestos… nómadas siempre sin un rumbo por destino… solo deliran sus pasos errabundos… como el cansancio de las huellas que dejan estampadas el dolor y el desencanto los enfermos mentales, por los pasillos de los sanatorios… Revoloteamos como caballos de fuego y te amé de rodillas… y te amé así o asa en silencio y te adore con palabras soeces. Me conmoviste con embarazos indescriptibles y culilleros; atemorizantes como todos los compromisos no deseados con el futuro; y sin embargo, te seguí jineteando como a una ardorosa sierva salvaje. Te resucité como a una sonata muerta; bramamos como animales retozando o como las ramas de los árboles otoñales o las alas de las mariposas cuando se abren al abandonar las crisálidas; como un glúteo furioso cuando ansía ser empalado y escarmentado por la saliva del fuego; o los labios vaginales al rendirse sin capitular al deseo. Tus sentimientos de mármol, pudren al verde de mis risas; me he impregnado con la alegría de los pájaros, con el musgo de las llamas virginales de las durmientes que en la oscuridad se ensalvajan. Me ha derruido el silencio del amor; florece la tristeza como el amarillo de una tarde de invierno, cuando el dolor no es más que una sonrisa loca, extasiada por las mentiras piadosas que intentan en vano mitigar el daño. El fin solo nos muestra el rostro otoñal de la vida que se escapa como una rata murte acobardada por la vergüenza. Ya no eres la mujer bella y apacible que conocí; siento apagado el fulgor de tu pasión y sin sentido tus ligeros azores... esas necedades que devastan mi deseo por ti.
EL LOCO
2
Escucho la voz de una sociedad inexistente; de una decadencia que se empina sobre el estiércol para comprender al odioso lenguaje, de una sociedad muda o que se acobarda frente a la agresividad de los malandros murtes. Nadie es maestro de nadie, porque todos a nuestra manera, tenemos que aprender de nuestros errores y aciertos; nos seduce el paganismo que brota de un absurdo pragmatismo, que crea dioses a su conveniencia y realidades que se engendran del delirio desbocado, de las pasiones de aquellos rebaños que piensan con un cerebro seco, un cerebro que desconoce el canto de los pájaros y la música melodiosa de las tempestades místicas del viento. La naturaleza engendra versos que brotan del oscurantismo que intenta descifrar los conceptos de los jeroglíficos y de los absurdos crucigramas de los pensamientos de las sensaciones, que rompen los esquemas de la lógica de los discursos y de esa morbosidad con la que el pensamiento, hila los eslabones que conectan a los sentidos con el absurdo de una realidad que delira, con el fulgor invernal de los arreboles del verano o de los neurotransmisores cuando se excitan con las caricias de las feromonas, cuando se deslizan sobre sus genitales raptando. Cuestiono la ceguera de los sentidos que intentan descifrar a su manera, los versos de ese dulce paganismo que nos reduce a casi todos, a aprendices de orfebrería, a neófitos novicios en el arte amatorio de la seducción. Es curioso que un verso encierre tantas interpretaciones o facetas como los visos que deslumbran, a las interpretaciones del pensamiento. Un cuerpo vestido, encierra a un alma castrada, fosilizada, emparedada por un doloroso desasosiego que la desnuda; un cuerpo desnudo, regresa al naturismo puro, a la esencia más franca, real y auténtica.
EL LOCO
Dedicado a ISABEL TORO “ISATOLUP”
1
Soy un animal enamorado por el vino de las estrellas; un demente enfermo de locura y amartelado al aroma de tu piel; me has acompañado como la lepra durante un rico manojo de años. Se que te han herido algunos versos, pero muchos te acompañarán durante como las sombras de las largas jornadas, así solo haya sido un accidente en tu historia. Mi alma conoció contigo la claridad y la magia de la demencia carmín de los sueños, en una modesta y solitaria habitación, que ya llevo grabada para siempre en mi corazón; alquilada a extraños forasteros, a medrosos pasajeros que siempre ingresan sin más equipaje que los disfraces que llevan puestos… nómadas siempre sin un rumbo por destino… solo deliran sus pasos errabundos… como el cansancio de las huellas que dejan estampadas el dolor y el desencanto los enfermos mentales, por los pasillos de los sanatorios… Revoloteamos como caballos de fuego y te amé de rodillas… y te amé así o asa en silencio y te adore con palabras soeces. Me conmoviste con embarazos indescriptibles y culilleros; atemorizantes como todos los compromisos no deseados con el futuro; y sin embargo, te seguí jineteando como a una ardorosa sierva salvaje. Te resucité como a una sonata muerta; bramamos como animales retozando o como las ramas de los árboles otoñales o las alas de las mariposas cuando se abren al abandonar las crisálidas; como un glúteo furioso cuando ansía ser empalado y escarmentado por la saliva del fuego; o los labios vaginales al rendirse sin capitular al deseo. Tus sentimientos de mármol, pudren al verde de mis risas; me he impregnado con la alegría de los pájaros, con el musgo de las llamas virginales de las durmientes que en la oscuridad se ensalvajan. Me ha derruido el silencio del amor; florece la tristeza como el amarillo de una tarde de invierno, cuando el dolor no es más que una sonrisa loca, extasiada por las mentiras piadosas que intentan en vano mitigar el daño. El fin solo nos muestra el rostro otoñal de la vida que se escapa como una rata murte acobardada por la vergüenza. Ya no eres la mujer bella y apacible que conocí; siento apagado el fulgor de tu pasión y sin sentido tus ligeros azores... esas necedades que devastan mi deseo por ti.
EL LOCO
2
Escucho la voz de una sociedad inexistente; de una decadencia que se empina sobre el estiércol para comprender al odioso lenguaje, de una sociedad muda o que se acobarda frente a la agresividad de los malandros murtes. Nadie es maestro de nadie, porque todos a nuestra manera, tenemos que aprender de nuestros errores y aciertos; nos seduce el paganismo que brota de un absurdo pragmatismo, que crea dioses a su conveniencia y realidades que se engendran del delirio desbocado, de las pasiones de aquellos rebaños que piensan con un cerebro seco, un cerebro que desconoce el canto de los pájaros y la música melodiosa de las tempestades místicas del viento. La naturaleza engendra versos que brotan del oscurantismo que intenta descifrar los conceptos de los jeroglíficos y de los absurdos crucigramas de los pensamientos de las sensaciones, que rompen los esquemas de la lógica de los discursos y de esa morbosidad con la que el pensamiento, hila los eslabones que conectan a los sentidos con el absurdo de una realidad que delira, con el fulgor invernal de los arreboles del verano o de los neurotransmisores cuando se excitan con las caricias de las feromonas, cuando se deslizan sobre sus genitales raptando. Cuestiono la ceguera de los sentidos que intentan descifrar a su manera, los versos de ese dulce paganismo que nos reduce a casi todos, a aprendices de orfebrería, a neófitos novicios en el arte amatorio de la seducción. Es curioso que un verso encierre tantas interpretaciones o facetas como los visos que deslumbran, a las interpretaciones del pensamiento. Un cuerpo vestido, encierra a un alma castrada, fosilizada, emparedada por un doloroso desasosiego que la desnuda; un cuerpo desnudo, regresa al naturismo puro, a la esencia más franca, real y auténtica.
EL LOCO
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