Transoceánico
Riguroso remembrar caricias lerdas
o pensarte al caminar, mano y bolsillo,
sentir, sentir. Sentir el brillo
agazapado boxeador contra las cuerdas.
Contarte que este domingo de tarde
anda por fuera de las medidas del tiempo
respirando el ritmo propio de tejados
rojos y felinos y silentes de esa plaza,
espera en un banco, una hamaca, alguna esquina,
repeticiones de tu figura y que oigas
arder esta noche apropiada del fuego.
Misceláneas, fotos, trueques y susurros
amistad sin secretos ni fronteras,
repentino entendimiento compartido,
corazones y corazas centenarios
han sembrado en la sustancia sus latidos.
Entonces miro la ventana, oigo al viento
silbar sones de estas tierras.
Donde cada letra abre, acusa,
amaga un vaivén desmedido y tibio,
masculla vocablos del exilio involuntario
al que doblegamos a golpes de teclados.
Nubes más allá del océano,
escapa tu mirada cada día a lo
gris, lo corriente, lo mal muerto
rebota sin hacerte daño y
atesoras este vínculo certero.
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