PATRICIO BRUNA - CHILE

No nos han dado nada



Esta manía, sabes, no despejaba, al contrario
hacía crecer la nube, y eso que se daba en su apacible estadía

era así; golpeadamente y secos regíanos
una especie de asedio; ¿camino?, al intérprete único
sólo sabíamos denostar por entonar esa sola vieja canción, sí,

sólo sabíamos denostar al mal día, combinarnos
con nuestros ásperos decires; y una mañana simplemente
ya no estábamos allí, los elementos precisos
que configurábamos esa realidad

habíamos cambiado. Una vocecilla molesta
en grado de intuición aconsejaba, entonces: ¡el pretil,
el pretil, ahora disca un número!, y aprende a esperar, alguien contestará lo que
puede ser, o una hipnosis bajaba con la madrugada

a puros pitos las categorías de la lógica en su negación; hasta ahora no veo
que me haga daño, decía uno, irresoluto como uno sólo. Y bien,
no nos han dado nada, más que una peregrina idea, no la verdad,
¡no! la pura y santa verdad, lo demás...

lo demás... hemos tenido que tomarlo como se pudo. ¿Ves?, como represa
el nido estanca el curso de la corriente portamisiles,
el mito desangra el río hacia nuestras conciencias, pero toma uno,
engástate tú, misil, eres parte de las baterías que cuida el anillo

del poder, crece como la mala hierba, pero siempre
es uno, de una amanerada forma se trasviste, y
de una amanerada forma actúa en el señor juez
como la justicia, o en el purpurado, desde sus instituciones

permanentes; del estado; de su pelo, ella gusta fijarlo
travestirse en ese peinado para atender a... sus mejores clientes, y ¡no!,
no tienes porqué pensar, la vida transcurre urgente o tediosa
da lo mismo: acosa, de esa amanerada forma. Una pértiga
para auscultar el fondo, somos; de los mares australes

nuestros músculos de hielo nos dan la razón como tercermundistas
del primer mundo, simplemente conversábamos
del quebrarse al primer esfuerzo, pues entonces
no teníamos porqué saberlo, cuando lo que albergábamos
como razonable duda, amplío los límites de nuestras preguntas
y así, siendo un poco más sabios entender, simplemente desde acá,
por ejemplo… por qué alguien se suicida

en la manía de beberse. Despejando
la nube aquella en ese sueño recurrente. En todo caso, nunca
nos dieron nada. Y los grillos fuera de tiesto menos. Mas… inmutables, ellos...
ellos entonan su nocturno coro a pleno sol.




De zombi ella carcomía





Habíamos dado lo mejor de nuestros años a tal sistema, vigilados
desde la misma cuna por este; la conciencia
de estar regidos por un benefactor gobierno único terráqueo
nos parecía legada desde siempre,
desde el origen mismo de nuestra especie, mas, nunca, nunca


construimos nada... Sí, grotescos debimos parecer
para aquel puñado de rebeldes a quienes nada se les dio;
sólo muy tarde, cuando la luna arqueó sus desfallecientes luchas
sobre nuestros cómodos estándar, sus inversos reflejos nos hicieron
darnos cuenta: nuestro sueño más perfecto no había existido nunca.


¿Juzgar?, ¿quién en su sano juicio podría
aspirar a ser en su mayor expectativa sólo en la literalidad televisiva
mecánica de su engranaje? Solamente en la satisfacción de aquellas necesidades
creadas y publicitadas por el establishment. Nos mordíamos la cola porque adiestrados
habíamos sido circular en nuestro vicio: solamente canes fieles;


obedientes, pero sobre todo, funcionales a ese formidable poder central. Entonces,
ya despiertos triangulábamos
nuestro escape en la especie del zombi; ella carcomía,
como la luz de una vela carcome fantasmales paredes de la oscuridad


sobrevuelo bandada interminable de cóndores
rapta sorpresiva hasta el paroxismo:
abrupta noche
eclipse infinitas inmensas negras alas... La transición,


en todo caso, ella... ella ha sido violenta, mucho más violenta de lo esperado,
paso a paso... ¿Seremos los últimos?, aunque aún no estamos
para nada convencidos. Los caudillos
-después de más de un año de ininterrumpido invierno-, han comenzado,
brotan como callampas sobre la madera que se pudre.