Desde qué orilla
Brilla la luna
Que se asoma
Con su mueca pierrotesca
Descorre de sus ángulos
Las tentaciones incompletas
En la noche íntima
De su fiesta orgiástica.
Se revuelca en el mar
Y penetra
En oleadas calientes
Con el bramido bestial
Que se desboca.
Deshojando calendarios
Una mañana, un crepúsculo, una noche,
Y el reloj desgrana el tiempo.
Pasan estaciones, que pesan,
colgando y descolgando sueños en atriles
Sueños que terminan,
sueños que comienzan.
Péndulos de diciembres viejos.
Soy esclava del rigor del tiempo
que se reparte en retazos de edades,
en secuencias, en instantes,
en partículas de terrón de azúcar,
salpicados con pizcas de sal.
Calendario, fileteador de recuerdos,
de fotos amarillas,
de adúlteras lunas.
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