Poemas varios
2
No salgas a la calle; decías,
afuera los niños se anuncian con sangre
y me romperían el vientre a patadas.
Las arterias de Lima no se encienden como en la sierra
y tú lo sabes, madre;
debo aprender a sembrar las miserias de la muerte
para no comer de mi padre sobre la tarde.
Extraña manera de saborear la vida
en Lima,
he aprendido a traer las guerras entre dientes
mientras clavan de rodillas a los hombres
a la vuelta de una amarilla calle.
7
A plantar en esta tierra no volveré;
porque han sido arrancado de ella mis pasos
y Lima me ha dejado sedentario.
A quien le quede algo de árbol o de mar en su mano
que regrese de la urbe
porque aquí se añora la sangre que nutre la plaza.
Que venga, que llegue,
que convoque sus fantasmas y sus ejércitos,
que hable de patria o de muerte
sin que nos ejecuten por la nuca.
Que pida consejos a este o al otro Dios
y en su nombre o en el nombre de los hombres
libre batallas inútiles.
Pero que vuelva pronto,
que me asesine e incendie este poema,
y vuelva empezar
sobre las cenizas de lo que no debe morir.
Si fuera un puño.
Si fuera un puño violento
te haría pedazos.
Luego polvo.
Polvo fino.
Entonces te ausentarás.
Te irás de mis manos,
y te dejaré ir.
Serás sólo la ausencia envolvente,
asfixiante e imperceptible.
Te transpiraré y te respiraré;
y vivirás en mí;
doliente e inexorable;
inevitable.
Entonces;
colgaré mis fuerzas y mi violencia,
y sólo viviré donde existas;
cerca de mi escondite,
en esta asfixia que llora y gime,
porque si me resisto,
aunque no quiera,
yo también me volveré polvo:
polvo fino.
Conversación
-Hace mis 50 años atrás-
(Que no te sorprenda si soy aquel viejo
que jugaba a volar mariposas
al pie del árbol de tu casa)
La muerte no cabe en mi
aunque huelo a ella siempre;
aunque sea ese pájaro salvaje
que le gusta jugar con mis ojos…
la muerte no cabe en mi.
La muerte tampoco cabe en ti;
porque tienes más luz que el cielo
y más fuerza que el mar….
la muerte no cabe en ti.
-un niño camina de rodillas
y le reza a un árbol atravesado
por una bala perdida-
(La muerte se ha olvidado
de levantarse temprano
y se ha olvidado de cantar)
Nota: Ése niño y ése anciano soy yo.
Dos
A la misma que nombro
hoy la sostengo desde el balcón
con el borde de mis labios;
la siento áspera,
con humor de madera;
y ha perdido el perfume;
ese aroma salvaje
que la hace libre.
Mi lengua la acaricia
y la devuelve,
la posa sobre mi mano,
esa palma ajada
que tiene su rostro.
Mis ojos se compadecen
porque algo en mi vive
cuando la veo vibrar
por los besos que le da el viento.
I.-
Lo que no sé,
es hasta dónde llegar
con éste poema,
ahora que la sensación
ha invadido
mis buenas intenciones,
ahora-solo-,
cuando me descubro en la mitad de mis caminos
y veo perdidas las horas,
las largas horas inacabadas de mi vida.
III.-
Hijos del mundo,
sumen su vida y no su muerte
en los días de otoño;
cuando su mano dormida
bloquee la sombra
antes de morir su esperanza.
Es sólo un paso
éste acento sin armas,
es sólo una cuerda
sin gemidos de odio
cuando abrace el silencio.
Hijos del mundo,
no afilen sus palabras
ni asalten la noche para llorar;
ofrezcan sus brazos a la libertad
y añadan su experiencia de vida
antes de empuñar la soledad
Dulce Soledad.
Noche;
tu boca tiene prisioneras
todas mis formas de amarla,
todos mis sueños de carey,
toda su geometría traslúcida
cubriendo de estaciones la pared.
Noche;
aquí al filo de mi mesa
dame un sedante su olor,
-una mezcla de rosas y nardos-
para que el otoño
no sea violentado en un minuto;
para que mi sangre
sea continuamente instantánea;
para que su nombre sea el mío
y nuestro pedazo de pan
siempre la canción más pura
y su mundo eternamente plano..
Inverosímil.
Lo romántico y lo patético
es que te amo cuando nos embriagamos,
amo la lujuria que desatas antes de amanecer,
amo el vacío que llenas en mi cama,
el silencio que rompes de mi alcoba
y la voz que le das a mi almohada.
Amo
-y sin mentirte-
las frases huecas de despedidas
que ahora extraño y no supe festejar.
Veinte.
Huir en otra piel
y abismarte entre las sombras
no cubrirán tus alas
ni abrirá el sendero en tus cabellos;
pero sucede
que si dejas a merced tus instintos
para poseer y sentirte poseída;
tu cuerpo caerá en mi demencia
y se agitará en guerras.
Entonces,
te cuidado
con la nube en tu cabeza
que te arropa con sábanas rosas.
Sed.
Las almas se declaran en huelga
-pasa un hombre,
pasa un árbol con la sien atravesada por una bala-
dejando como única herencia
promesas en el paraíso.
Las manos no se planchan
pero se lavan la sangre de las uñas
-el mundo gira cuando se dispara un revólver
y una niña llora a rodillas de su padre-
mientras algunos
nos mienten a diestra y siniestra.
Una mujer llora la ausencia de su hijo
-y yo tengo ganas de violar a Dios
para reclamarle mis plegarias-
y en el puño
siembra el ojo morado de un ángel
Tocan la puerta.
Tocan la puerta; mujer,
la puerta que nadie atiende hace años,
la que tiene bolsillos como los pantalones
y late condenándose cuando te ausentas.
Tocan ocultos con el amor de dos niños
mientras la tarde cae celosa
con lluvia de palomas,
prisionera de amargura y de distancias.
Pero entre tú y yo
solo existen segundas criaturas;
todas en puntillas junto al muro,
con hilos negros sobre las faldas.
Y ahora
que todos los desánimos se han marchado,
se quedan contigo mi alma
mi voz
y mi palabra.
Como dos hermanitos.
El Perú cada día se desbarata más
y cada día se pone más sordo y torpe;
las palabras de buena fe ya no funcionan;
han caído entre el lodo
y ya nadie las quiere usar.
No es posible competir sólo con palabras
contra rifles y cuchillos;
por eso,
debemos decidir para liberarnos.
Aquí todo poblador muere por la boca
o por la sien
si no concuerdan con las ideas del feudal.
Esto parece un cuento de nunca acabar.
Ludwing me dice con mucho afán
que en Colombia
la revolución ha tomado gran importancia
y también han empezado a quemar las biblias
para despertar al pueblo.
Este es el concepto asertivo del sacrificio
que es menester
para que dejen de hablar por nosotros los fusiles
pero con tristeza
nos es imposible aquí en el Perú.
Inocencia.
Debe hacerse la luz para nosotros
mientras los demonios consumistas
están durmiendo
entrepernados
en sus butacas de cuero fino; le dije.
Me lanzó una mirada indecisa
y frunciendo en ceño
se alejó a servirse un poco de tequila.
Me dijo que él no tiene altar ni patria
y no espera inmolarse
por un sudario que no es el suyo,
pues cree que al final
hasta las estrellas sangran en compañía de los pétalos sin luz
cree que el rocío
es el nombre de una mujer que le gustaron las flores.
Astilla.
El Perú
se ha puesto peligrosos para los hombres como él:
carentes de entendimiento.
Él es uno de los tipos
no muy bien vestidos frente al muro de su infancia;
me recuerda mucho a mí
cuando bendecía mi boca
cada vez que comía la forma consagrada de la iglesia.
Él también se siente un pecador
porque en su pecho
sólo hace amargas las noches
y en su frente
la podredumbre le sabe a mares y a lunas.
Necios.
Yo le había dicho que afuera todo es peligroso,
incluso los pájaros en la cornisa.
También le advertí
que le podían extirpar el corazón a poquitos,
pero aún así
se aceleró como un rayo
y fue a parar a ese lugar oscuro e infectado por faldas cortas
y buenas piernas femeninas.
Poema 1
Como en barrotes
prisión de humor;
del cielo roca y carne,
furia libre, silvestre
cierre de día con deslumbre.
Puños tontamente mojados
con letras de tempestad,
de saliva descompuesta,
tirada cuál sangre en el renglón.
Sal de mina en los jaspes,
reflejos rajados, casi rotos,
como el vapor sabor mar;
tristeza, furia de danzas
rotas en mi cabeza, las penas…
Al final, sólo sueños incendiados.
Vida y muerte.
Vida y muerte
es mirar el mundo en un disparo
y sentir resbalar la sangre
para estallar con grandes gemidos de animal;
es tomar un grano de arena con el dedo
-húmedo-
sumergirlo en la boca y con él
descubrirse en medio del océano;
es voltear a mirar a la gente
y en ese gesto acariciar el hálito
de alguien que a pasado a trote.
Vida y muerte
es tocarte las manos y tener el sentido del tacto
dispuesto
-como Dios para el hombre-
al lado derecho de la palabra
Todos mis domingos se incendian.
Afuera ruge el cielo como un desgraciado
mientras tú y yo nos suicidados con las puntas de los dedos
como esas niñas muertas de risas: adolescentes madres recién paridas.
Afuera todo es fantástico y todo peligroso, todo es sangre
cuando tú y yo queremos besarnos como dos tórtolas y nos inyectamos luz
en los pies todo se enciende y todo se consagra,
y apareces luminosa, incendiada de otoños en la cara y en los cabellos,
y revientas en mí como agua salada que carcome las heridas.
Ya todo ha cambiado; los niños sueñan recostados en esos postes pintados de saliva
negra es esa enfermedad que llenan sus pulmones y su cabeza
y se nos rompen los pechos diminutos mientras estamos acompañando a la muerte.
Suciedad....digo: sociedad.
Debo probar la cárcel en estos días
porque mi palabra no será regida apocalípticamente
por relamidos columnistas de prensa amarilla.
Cuida a los niños, mujer,
porque afuera nos llenan de plomo los cuerpos
con el traca, traca, traca, de las ametralladoras
ahí los hombres caen como hojitas secas
y no quiero llorar sobre charcos de sangre.
Tú también cuídate del señor feudal
y de los Judas que siguen vigentes en los hospitales;
no vaya a ser que quieran derramar más sangre bajo el puente
para crucificar tus palabras entre barrotes de acero.
Dile a los niños; amor,
que pronto haremos presente tu palabra y la mía
y estaremos escapando de este surrealismo absurdo.
VIII
Mi madre
tiene la paz de los muertos y la quietud de una flor;
tiene la fragancia de nardos ,
de cantutas y geranios cuando la poso en mis brazos;
mi madre
tiene la lengua de fuego que va anunciando mi muerte;
tiene la forma de mis manos y de mi pecho,
y de la tibia luz en mis labios,
amaneciendo.
VII
Quiera Dios, quieras tú y el tiempo; madre,
que no me dejen crucificado de las venas
porque ya conozco el dolor.
Esta carne mía que arde a rojo vivo,
se aprisiona como paloma
y se hunde en su necedad;
clama,
en esta fría prisión,
donde la sangre se bebe caliente,
a sorbitos y pausadamente.
V
Mi madre es aquel árbol que anhelo ser,
el de los buenos frutos y buena sombra;
mi madre tiene los pasos enfermos
sobre los caminos graves,
la luz del cielo y del sol,
tiene los restos y los rastros
que algún día heredaré.
Mi madre es el rojo umbral directo al corazón,
es el latido del mundo
y de mi mano abierta que pide perdón.
Locos.
A veces ni tú ni yo
necesitamos pastillas,
ni jeringas o chocolates
intuyo, tal vez
necesitemos algo de lluvia
o un pasto verde dónde descansar;
quizá agua de hierbaluisa o manzanilla
para calmar algunas neuronas alteradas.
Creo que debe ser porque
hoy estamos a la altura de los muertos;
quien sabe;
o quizá yo esté desvariando
porque veo próxima mi locura.
En Pallasca hubo un niño
A Bernardo Rafael Álvarez
El fue el niño que corría como el viento
con un toro de trapo y otras deudas ,
con ese toro rojo que mugía sobre sus hombros
en los grandes prados que le dibujé.
-con mi mente-.
Aquel niño
que se mira en los bajos fondos del cielo
imponiendo tonos raros
a la soledad,
haciendo rebotar las piedras,
mientras se introducía a la boca
-como caramelos-
esos versos sufridos de Vallejo
y ahora,
juega con mi mente al Yan-ken-po.
Biografía:
Roy Dávatoc, seudónimo de Roiser David Dávila Atoche (Jaén-Perú, 1981). Actualmente reside en la ciudad de Lima.
Estudia la carrera de Administración de empresas en la universidad nacional Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta” .
Forma parte de la fundación cultural “Laberintos” en Colombia y es miembro del grupo literario “Puka Yuraq” en Perú.
Algunos de sus poemas y textos han sido publicados en las revistas literarias como: “Remolinos” de Perú; “El quirófano” de Ecuador,”Poeta” de Argentina, “Antropofagia” de Colombia, “Letras” de España; así como también tiene participación en la revista “Atanor” de España; y el centro cultural “El túnel” de Pamplona-Colombia y algunos blogs que usan algunos poetas para la difusión del arte.
También se hace presente a través del la difusión televisiva “Arte y Cultura” que dirige la poeta española Antonia Pérez García
Publica este 2009 su poemario: Confesiones para Raziel; con la editorial alternativa OREM; de la ciudad de Trujillo-Perú.
Para contactos con el escritor.
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