Hacia el interior, alejándonos
Una brisa tenue y helada, casi
tímida se pasea por el soleado
recinto, una plaza, ¡destápala,
destápala!, ella insistía, y uno
claro, el merodeador. Gritóme
entonces, ella era así, por nada
encolerizarse: podía ser un ángel
también un día… y al otro no; roe
el alba los márgenes de las fiestas
hasta el último tramo el hilo
del carrete; aventurados fines
de semana, tras cartón nos íbamos
hacia el interior, alejándonos
de la costa; crecimos
triangulando una sucesión de verdes
sombras; tan levemente cambiamos
que no nos dimos cuenta, que hacia tal
radicalidad, ya eran secas y pardas; dílo,
sólo dílo, cuál podría ser
la amenaza; que el zapato, que la cartera
agregaste; tres inyecciones, y la rebelde
gripe que no para: Una vez allí recién
caímos, en que el poderoso ímpetu
del sol, ¿era lo que nos mantenía
a firmes?... en fin, lograba sacarnos
del tedio, una vez más… por lo menos
en medio de la resaca
pleno espacio interior del día siguiente
buscando la placita estival hecha de fachadas ajenas,
más precisamente, arquitectura de exteriores
encerrándonos. Podremos deducir que, todo
esto, otra superficie, otro casual gesto
mucho menos comprometedor, acompañados
por igual, casi desahuciando el rastro más mínimo
del idealista; aún no sabemos nada,
si se conserva o no. Y es odioso
admitirlo, pero las constelaciones de estos crayones
son más que meros coloridos albures de la falta
de motricidad fina de aquel…
infante; de aquel rayoneado alegre, casi un pecado,
algo guardar, de aquel cuaderno
el pedazo de aquel paisaje, esponjamos hoy
por hoy, en sueños: caídas más benevolentes;
¡oh sÍ!... somos casi un milagro, el… que,
el en césped
bajo la primera sombra
de un árbol que se nos dio, estemos vivos. Aún
necesitamos sí, esa llave
francesa, está demasiada rígida, pero
dale otra
vuelta… piensa un poco más
alternamente, morder,
el testamento espesa un futuro negado, acciones
cotidianas deshilachando; ella con su gracioso acento,
en rigor no, no habla castellano, sino algo
que se le aproxima
en el corto
metraje; solíamos esgrimir,
de este, sólidos
argumentos, esteticidades, manejos
técnicos, por lo menos, sino… más artísticos,
cámaras más ágiles, flotantes
virtualidades del giro, el guión
su síntesis más precisa, etc., etc. Pues bien. Ahora
nos movemos, ya no como hormigas, hemos archivado
la ansiedad. Ahora
con una sonrisa sen la sobra.
Una brisa tenue y helada, casi
tímida se pasea por el soleado
recinto, una plaza, ¡destápala,
destápala!, ella insistía, y uno
claro, el merodeador. Gritóme
entonces, ella era así, por nada
encolerizarse: podía ser un ángel
también un día… y al otro no; roe
el alba los márgenes de las fiestas
hasta el último tramo el hilo
del carrete; aventurados fines
de semana, tras cartón nos íbamos
hacia el interior, alejándonos
de la costa; crecimos
triangulando una sucesión de verdes
sombras; tan levemente cambiamos
que no nos dimos cuenta, que hacia tal
radicalidad, ya eran secas y pardas; dílo,
sólo dílo, cuál podría ser
la amenaza; que el zapato, que la cartera
agregaste; tres inyecciones, y la rebelde
gripe que no para: Una vez allí recién
caímos, en que el poderoso ímpetu
del sol, ¿era lo que nos mantenía
a firmes?... en fin, lograba sacarnos
del tedio, una vez más… por lo menos
en medio de la resaca
pleno espacio interior del día siguiente
buscando la placita estival hecha de fachadas ajenas,
más precisamente, arquitectura de exteriores
encerrándonos. Podremos deducir que, todo
esto, otra superficie, otro casual gesto
mucho menos comprometedor, acompañados
por igual, casi desahuciando el rastro más mínimo
del idealista; aún no sabemos nada,
si se conserva o no. Y es odioso
admitirlo, pero las constelaciones de estos crayones
son más que meros coloridos albures de la falta
de motricidad fina de aquel…
infante; de aquel rayoneado alegre, casi un pecado,
algo guardar, de aquel cuaderno
el pedazo de aquel paisaje, esponjamos hoy
por hoy, en sueños: caídas más benevolentes;
¡oh sÍ!... somos casi un milagro, el… que,
el en césped
bajo la primera sombra
de un árbol que se nos dio, estemos vivos. Aún
necesitamos sí, esa llave
francesa, está demasiada rígida, pero
dale otra
vuelta… piensa un poco más
alternamente, morder,
el testamento espesa un futuro negado, acciones
cotidianas deshilachando; ella con su gracioso acento,
en rigor no, no habla castellano, sino algo
que se le aproxima
en el corto
metraje; solíamos esgrimir,
de este, sólidos
argumentos, esteticidades, manejos
técnicos, por lo menos, sino… más artísticos,
cámaras más ágiles, flotantes
virtualidades del giro, el guión
su síntesis más precisa, etc., etc. Pues bien. Ahora
nos movemos, ya no como hormigas, hemos archivado
la ansiedad. Ahora
con una sonrisa sen la sobra.
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