“En cuanto un animal se trastorna, comienza a parecerse al hombre...
Observa a un perro furioso o abúlico:
parece como si esperara a su novelista o a su poeta.”
E.M. CIORAN
UNO
(o, no se trata de un texto de motivo griego, de mito, logia, et cétera)
No hay hábito más oscuro que el velo azul del agua,
de grises, marrones o combates míticos donde aparece
la sepia cuando la mujer está a punto de morir en forma
de ave o lobo marino. Mis hijas encantadoras:
Proteo león serpiente cerdo agua árbol; bajo
el mar desollado la pregunta de: ¿cómo volveré a Troya?
el olor a bestia, al ánimo paciente mar
mar, mis
hijas con ojos abúlicos, y tú, cresta que traza y se traza
en el sortilegio de la fronda blanca no dices, huyes
para escribirte agua inconclusa : reticente de negra estría,
mercurio -también luna. Viejo lobo sabes del tiempo
¿debo romper el mar para conocer tu labio que es el mío?
¿volverme sepia para franquear tu velo y tender la trampa?
el verbo nos quiebra
Mejor que el centauro no traicione, y robe a mis hijas
sus disfraces, pues ellas me renunciarán. Si del mar
se trata, la mujer acude terrible y siembra su risa bajo
el cinismo, se esparce sobre el lomo de la sepia y acribilla
al padre hombre o escritura.
Si vive detrás de la roca, el mito inicia en la marejada
de cabellos espesos o luz de naturaleza que dibuja monstruos en nuestro imaginario.
A lo lejos, Circe nos da la espalda...
DOS
El agua es también /mira/ lugar de lo absurdo,
actos de juego, el ejercicio de la forma. Mi lugar es la orilla
de océano y sol y medea.
La voz convierte a la fiera en cabellos círculos para intentar
no volver a casa. Acrisolar tu hábito es desvanecer en tu cueva
será el juramento y los clavos de azogue que suturan
tu corazón,
mi evasiva.
Nombrarte, Circe, comprender la sabiduría del cerdo,
la humedad del aire sediento, fragmento de mi rostro:
fragmento de cuerpos que ante tus pies deambulan. La
tierra parió a mis hijas en desvaríos para gritar la verdad
del héroe león o niño. Cae su fuego, y el cúmulo de certezas
vuelve a su redil.
Mi madre concibió entre sus muslos a un monstruo estéril
para iniciar el mito y la escritura de lo indeterminado. Lo
tenebroso, el no lugar donde habitas es también la morada
de mis hijas, que no se cansan de cantar su locura. La cueva
es un margen, y el jabalí en postura vertical decidió
construirla a imagen humana semejanza:
No pretendas conocer lo que sucede bajo
el velo del mar, no hay lugar para ti en este sitio.
Apenas en toda su crueldad me rozó, comencé a sentir
los músculos hinchados, la piel y pocilga, sentí alma;
no solo me debía al hombre o dios, pero también a la ninfa
que nace de escamas y florituras que cuentan mi rostro.
La serpiente devora al mundo
y comienza a temblar la mirada, el árbol se escribe piedra
y desde ahí otra boca nos mira, comienzo el trazo de a Medusa...
(de Corset, o de la luna envuelta en papel de estraza que promete luz como minucioso desvestirse del amor)
I
Or are you
Only the other half
Of an ego’s necessity
Mina Loy “Love Songs to Joannes”
Hay bajo el pétalo acaso las palabras gastadas de este amor habitual por ser tardío, por querer ser hilván -hilillo- en el muñón que es tu lengua, y sal en el cuerpo. Te sigo ferviente amor, ¿sabes? como si también supieras que yo no suelo decir te sigo ferviente amor. Como si regresaras esta noche a estas palabras vivaz por saberte en ellas, y en decepción te fueras muy de madrugada por encontrarte en los huecos, huecos del alma que dice. Yo se que no te gustan las líneas ligeras en el poema, que odias que escriba vivaz por saberte en ellas o huecos del alma que dice; que como en todos los poemas también en éste me dejarás muy de aurora, con la espalda desnuda, con frases conocidas que dicen un beso que no me darás y el labial corrido. Primera frase que dice un beso que no me darás… Segunda frase que dice un beso que y así sucesivamente hasta que este fragmento tenga un andar soso y a todos les parezca repetitivo y de formas reiteradas y vano asunto. Sin embargo, no busco que estas palabras signifiquen, solo quería decir del amor: pero esa frase es aún más torpe y letárgica.
No importa. decir. Pudimos haber dado a luz una mariposa con los poemas de Gerardo Deniz impresos en cada ala (pero dicho de otra manera.
No importa. decir. Constelaciones en mar abierto, (pero dicho de otra manera.
No importa. decir. “ ” ”Erase una vez” ” ”, (pero dicho de otra manera.
No importa. Decir. Siempre he sabido lo mío como ripio y lugar común.
(de CORSET o de la luna envuelta en papel de estraza que promete luz como el minucioso desvestirse del amor...)
II
Espero de ti que te desbarates en tu anonimato: Aquí no está tu nombre Quiero rasgarte hasta hallar los vestigios de las palabras pero cierro los ojos: Aire amoroso de un bosque solitario que es ciudad y es desierto y sílice y piélago y duna y todo porque mis dedos blanden un puñado de hojas blancas donde mis sentidos permanecen abiertos: No puedo dejar de leer a Pinter no puedo dejar de leer a Pinter y pensar en sus héroes con tu semblante y tu cuerpo mirar en la mujer árida y excéntrica los jirones que soy no puedo dejar de pensar en dos besos cuando menciono solo un apellido pero es que lo escribí: Aquí no puede estar tu nombre Te digo y no son tus ojos lo que digo o tu corazón o boca o rostro pero te estoy nombrando con insistencia ¿Te das cuenta? :Estás siempre en el poema pero yo no puedo resistirme a pronunciar tus equivalencias Lo decidí esta vez quiero que cierres tú los ojos y camines junto al mar como presintiendo su borde como creyendo en la carbonización del agua como si pudieras saber que pronto diré fragmento concluido
y en esta frase dejas de existir.
(de CORSET o de la luna envuelta en papel de estraza que promete luz como el minucioso desvestirse del amor...)
IV
Quise llamarte Orfeo para que nunca dijeras mi nombre/ para que me aclamaras Eurídice/ ojos tristes, si quiera Sofía/ que no te importara que desaparezco cuando me digo/ que no te importara darle paso a otros que eres una vez tu nombre:/ aquel, que pende del árbol en el collado a espaldas de la ciudad/ tus pies rasgando el cielo/ casi intentando la palabra en imposibilidades/ Eres mis ojos hacia el espejo donde ya no existo/ donde me miro y es mi cuerpo tu beso a otra pestaña-boca/ a otra tu bendición/ a otra luz tu uña/ Abandonaste a ella en un poema/ pero ella te sigue nombrando ¿sabes?/ no es la misma/ no son los mismos cabellos o el mismo desquicio o abandono/ no es su locura la misma/ pero son los mismos pies al cielo/ la cuerda con la que ató tus tobillos para conocer el nombre de dios que es el anonimato de ella/ esa cuerda que aún se enreda en sus muñecas para detenerte el tiempo y calmarle el paso del tiempo/ Ella es una imbécil por hallarse en la voz del poema/ por sostener una soga con ambas manos y romperse la carne mientras anda por la ciudad gritando tu nombre/ es ella la que se encuentra y se habla en fragmentos porque no sabe otra manera de asirse y verse plena/ Es ella una imbécil por escribirse en tercera persona/ (como si creyera que tú pensarás que ella es otra, como si creyera que tú no sabes que es ella quien escribe este poema)/… /Quise nombrarte Orfeo/ porque sabía que cuando al fin volvieras el rostro para mirarme/ para al fin mirarme/ yo sólo sería un puño de sal en la tierra.
Karina Falcón
(Ciudad de México, Junio 1984). Autora de Cartas (Alemania,2003) y Devoción (México,2006). Miembro del consejo directivo de Ediciones Arlequín y ARCA: Revista de Literatura y Filosofía; miembro del consejo editorial y mesa de redacción de la revista Asfáltica y Periódico de Poesía de la UNAM, respectivamente.
Observa a un perro furioso o abúlico:
parece como si esperara a su novelista o a su poeta.”
E.M. CIORAN
UNO
(o, no se trata de un texto de motivo griego, de mito, logia, et cétera)
No hay hábito más oscuro que el velo azul del agua,
de grises, marrones o combates míticos donde aparece
la sepia cuando la mujer está a punto de morir en forma
de ave o lobo marino. Mis hijas encantadoras:
Proteo león serpiente cerdo agua árbol; bajo
el mar desollado la pregunta de: ¿cómo volveré a Troya?
el olor a bestia, al ánimo paciente mar
mar, mis
hijas con ojos abúlicos, y tú, cresta que traza y se traza
en el sortilegio de la fronda blanca no dices, huyes
para escribirte agua inconclusa : reticente de negra estría,
mercurio -también luna. Viejo lobo sabes del tiempo
¿debo romper el mar para conocer tu labio que es el mío?
¿volverme sepia para franquear tu velo y tender la trampa?
el verbo nos quiebra
Mejor que el centauro no traicione, y robe a mis hijas
sus disfraces, pues ellas me renunciarán. Si del mar
se trata, la mujer acude terrible y siembra su risa bajo
el cinismo, se esparce sobre el lomo de la sepia y acribilla
al padre hombre o escritura.
Si vive detrás de la roca, el mito inicia en la marejada
de cabellos espesos o luz de naturaleza que dibuja monstruos en nuestro imaginario.
A lo lejos, Circe nos da la espalda...
DOS
El agua es también /mira/ lugar de lo absurdo,
actos de juego, el ejercicio de la forma. Mi lugar es la orilla
de océano y sol y medea.
La voz convierte a la fiera en cabellos círculos para intentar
no volver a casa. Acrisolar tu hábito es desvanecer en tu cueva
será el juramento y los clavos de azogue que suturan
tu corazón,
mi evasiva.
Nombrarte, Circe, comprender la sabiduría del cerdo,
la humedad del aire sediento, fragmento de mi rostro:
fragmento de cuerpos que ante tus pies deambulan. La
tierra parió a mis hijas en desvaríos para gritar la verdad
del héroe león o niño. Cae su fuego, y el cúmulo de certezas
vuelve a su redil.
Mi madre concibió entre sus muslos a un monstruo estéril
para iniciar el mito y la escritura de lo indeterminado. Lo
tenebroso, el no lugar donde habitas es también la morada
de mis hijas, que no se cansan de cantar su locura. La cueva
es un margen, y el jabalí en postura vertical decidió
construirla a imagen humana semejanza:
No pretendas conocer lo que sucede bajo
el velo del mar, no hay lugar para ti en este sitio.
Apenas en toda su crueldad me rozó, comencé a sentir
los músculos hinchados, la piel y pocilga, sentí alma;
no solo me debía al hombre o dios, pero también a la ninfa
que nace de escamas y florituras que cuentan mi rostro.
La serpiente devora al mundo
y comienza a temblar la mirada, el árbol se escribe piedra
y desde ahí otra boca nos mira, comienzo el trazo de a Medusa...
(de Corset, o de la luna envuelta en papel de estraza que promete luz como minucioso desvestirse del amor)
I
Or are you
Only the other half
Of an ego’s necessity
Mina Loy “Love Songs to Joannes”
Hay bajo el pétalo acaso las palabras gastadas de este amor habitual por ser tardío, por querer ser hilván -hilillo- en el muñón que es tu lengua, y sal en el cuerpo. Te sigo ferviente amor, ¿sabes? como si también supieras que yo no suelo decir te sigo ferviente amor. Como si regresaras esta noche a estas palabras vivaz por saberte en ellas, y en decepción te fueras muy de madrugada por encontrarte en los huecos, huecos del alma que dice. Yo se que no te gustan las líneas ligeras en el poema, que odias que escriba vivaz por saberte en ellas o huecos del alma que dice; que como en todos los poemas también en éste me dejarás muy de aurora, con la espalda desnuda, con frases conocidas que dicen un beso que no me darás y el labial corrido. Primera frase que dice un beso que no me darás… Segunda frase que dice un beso que y así sucesivamente hasta que este fragmento tenga un andar soso y a todos les parezca repetitivo y de formas reiteradas y vano asunto. Sin embargo, no busco que estas palabras signifiquen, solo quería decir del amor: pero esa frase es aún más torpe y letárgica.
No importa. decir. Pudimos haber dado a luz una mariposa con los poemas de Gerardo Deniz impresos en cada ala (pero dicho de otra manera.
No importa. decir. Constelaciones en mar abierto, (pero dicho de otra manera.
No importa. decir. “ ” ”Erase una vez” ” ”, (pero dicho de otra manera.
No importa. Decir. Siempre he sabido lo mío como ripio y lugar común.
(de CORSET o de la luna envuelta en papel de estraza que promete luz como el minucioso desvestirse del amor...)
II
Espero de ti que te desbarates en tu anonimato: Aquí no está tu nombre Quiero rasgarte hasta hallar los vestigios de las palabras pero cierro los ojos: Aire amoroso de un bosque solitario que es ciudad y es desierto y sílice y piélago y duna y todo porque mis dedos blanden un puñado de hojas blancas donde mis sentidos permanecen abiertos: No puedo dejar de leer a Pinter no puedo dejar de leer a Pinter y pensar en sus héroes con tu semblante y tu cuerpo mirar en la mujer árida y excéntrica los jirones que soy no puedo dejar de pensar en dos besos cuando menciono solo un apellido pero es que lo escribí: Aquí no puede estar tu nombre Te digo y no son tus ojos lo que digo o tu corazón o boca o rostro pero te estoy nombrando con insistencia ¿Te das cuenta? :Estás siempre en el poema pero yo no puedo resistirme a pronunciar tus equivalencias Lo decidí esta vez quiero que cierres tú los ojos y camines junto al mar como presintiendo su borde como creyendo en la carbonización del agua como si pudieras saber que pronto diré fragmento concluido
y en esta frase dejas de existir.
(de CORSET o de la luna envuelta en papel de estraza que promete luz como el minucioso desvestirse del amor...)
IV
Quise llamarte Orfeo para que nunca dijeras mi nombre/ para que me aclamaras Eurídice/ ojos tristes, si quiera Sofía/ que no te importara que desaparezco cuando me digo/ que no te importara darle paso a otros que eres una vez tu nombre:/ aquel, que pende del árbol en el collado a espaldas de la ciudad/ tus pies rasgando el cielo/ casi intentando la palabra en imposibilidades/ Eres mis ojos hacia el espejo donde ya no existo/ donde me miro y es mi cuerpo tu beso a otra pestaña-boca/ a otra tu bendición/ a otra luz tu uña/ Abandonaste a ella en un poema/ pero ella te sigue nombrando ¿sabes?/ no es la misma/ no son los mismos cabellos o el mismo desquicio o abandono/ no es su locura la misma/ pero son los mismos pies al cielo/ la cuerda con la que ató tus tobillos para conocer el nombre de dios que es el anonimato de ella/ esa cuerda que aún se enreda en sus muñecas para detenerte el tiempo y calmarle el paso del tiempo/ Ella es una imbécil por hallarse en la voz del poema/ por sostener una soga con ambas manos y romperse la carne mientras anda por la ciudad gritando tu nombre/ es ella la que se encuentra y se habla en fragmentos porque no sabe otra manera de asirse y verse plena/ Es ella una imbécil por escribirse en tercera persona/ (como si creyera que tú pensarás que ella es otra, como si creyera que tú no sabes que es ella quien escribe este poema)/… /Quise nombrarte Orfeo/ porque sabía que cuando al fin volvieras el rostro para mirarme/ para al fin mirarme/ yo sólo sería un puño de sal en la tierra.
Karina Falcón
(Ciudad de México, Junio 1984). Autora de Cartas (Alemania,2003) y Devoción (México,2006). Miembro del consejo directivo de Ediciones Arlequín y ARCA: Revista de Literatura y Filosofía; miembro del consejo editorial y mesa de redacción de la revista Asfáltica y Periódico de Poesía de la UNAM, respectivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario