Hacia Estambul
Lanzado por la carretera
corre desde Mármaris al norte
como un animal plateado el ómnibus
sobre la cinta gris que evoluciona
entre campos resecos montes con
fortaleza abandonda
bases militares y ciudades
alejadas
corre lanzado sobre la carretera
que huye hacia atrás sin capillas
que lo flanqueen
sin que aparezcan con velas
encendidas marcando
que allí murieron
yo no sé (bajo este sol violento)
si se estrellara
o simplemente rodara sin control
como un trompo borracho
qué pasaría con los muertos
no me pondrían en una capillita
ardiente
junto a la carretera
yo no sé qué hacen con sus muertos
de noche
cuando topan una oveja rota
un caballo o un hombre encandilado
los ómnibus plateados
(en su interior en silencio un funcionario
vuelca colonia en el hueco de las manos
muchas veces muchas veces
como el azogue de esas muertes)
los ómnibus plateados
lanzados sobre la cinta oscura de
la carretera como de tul petrificado
hacia los intestinos de Estambul.
De "Cuaderno de las islas"
El monasterio de San Kaneo
No es el itinerario al monasterio de tejas heladas
que te propongo, al circular, compacto, rojo, pétreo,
en la avanzada del lago, al pie del bosque,
cercado por terrazas de granito rodeada por el agua,
al que se sube por la Vía Sacra que bordea Santa Sofía
y San Kliment, al que se llega después de caminar sobre
el barrio de Kaneo. Sino a mí misma, a que lo mires
por detrás de mi pantalla de éxtasis, que te preserves de
mi propia presencia fantasmal, de mi catástrofe mortal
que no dejes el alma ajena
para mirar desde adentro los rojos nevados de Kaneo,
los verdes nevados del bosque, los azules del agua:
si no dejas el alma ajena en la tarde de ventisca
de lenguas grises de agua sobre el paseo marítimo
verás los dos rostros oscuros que
me persiguieron y la mancha de miedo
salobre sobre la fotografía
mi apariencia tristísima de visitante de un invierno.
De "Cuaderno de las islas"
Pensando en la Palabra de Srbo Ivanovski
y si tú me encerraras adentro de una caja
como a una joya
adentro de la piedra
y un centelleo, un fuego, una luz pálida
me iluminara el cuello, la garganta
como en un tierno crimen tu podrías
mirarme
como a una bañista desnuda entre la hierba
como un lugar de miel entre las rocas
como un pequeño dolor que te corta el aliento.
De "Cuaderno de las islas"
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